FUNDACIÓN PEÑA FLAMENCA
Al final de la década de los años sesenta se daban en Álora todas las condiciones o premisas no solamente para la fundación de una peña flamenca, sino también para augurar o predecir el rico florecimiento de la misma.
A) Desde la aparición del fenómeno sociológico del cante flamenco, Álora fue santo y seña, atalaya sonora con significación propia, al haber dado a los cuatro puntos de la rosa de los vientos figuras tan señeras, antológicas, emblemáticas y, al mismo tiempo recordadas, como las del pena (padre e hijo) y El canario, pongamos por caso.
B) Brillaba con luz propia un gran elenco de cantaores, que mantenían viva la llama del cante. Y no solamente de profesionales, sino de aficionaos y espontáneos, ya que si no es del todo cierta la aseveración de que en Álora aparece un cantaor debajo de cada teja que se levanta, sí se puede afirmar con toda propiedad que aquí, en todo tiempo, los que cantan “por lo bajini” han formado y forman legión.
C) El “Salón moderno” se había convertido en el mejor antídoto contra una hipotética e imprevisible decadencia de la afición al cante jondo. Desde luego que este local no estuvo catalogado nunca como joya arquitectónica ni mucho menos, pero ello no fue óbice para que se convirtiera en capilla Sixtina no solo del flamenco sino también de la canción – andaluza ahora la denominan canción española – del humo, de la revista, y del mundo del espectáculo en general. Su historia es sólo equiparable a la que en tal sentido escribiera el Teatro Cervantes de Málaga antes de ser remozado. Las troupes, espectáculos o compañías se desplazaban en sus giras artísticas desde la capital hasta Álora, o viceversa, con la puesta en escena de las dos funciones tradicionales de tarde y noche. La práctica totalidad de los intérpretes flamencos que en el mundo son y han sido desfilaron por este teatro-cine, con su arte por bandera, y en donde sabían que tenían que atarse bien los machos al estar considerada esta plaza como de primerísima categoría.
¡Que lástima que la desidia, la especulación, la televisión y el trazado de un par de muros que le desgarran las entrañas hayan dado al traste con tantas páginas de gloria! Prueba irrefutable del cariño que le profesó este local es el poema que se recoge en mi libro “Desde el pretil de la sangre”:
NARDO DESANGRADO
Al desaparecido Salón Moderno de Álora
Aquí, nardo desangrado
guitarra y bata de cola
tuvieron templo sagrado,
noches de vino y de rosas.
Mas, ¿quién le clava al recuerdo
certero rejón de muerte,
sobre todo, si fue bello?
Aquí copla y estribillo
montan alazán alado.
Será el tiempo siempre niño,
aunque ya no tenga espacio.
CH) La vitola que ostentaba Álora de pueblo eminentemente cantaor se había convertido, sobre todo en la zonas más alejadas de la geografía nacional, en punto de referencia de aquellos que no
tenían una idea muy precisa sobre su enclave o asentamiento. A este respecto me contaba Francisco casermerio Fernández como anécdota que, al entablar amistad cierta vez que estaba en Hospitalet con un hijo de aquellas tierras catalanas y decirle que era de Álora, este le contesto: yo no sé exactamente en que punto queda ese lugar, pero sé que es un pueblo famoso por el cante flamenco.
D) Se había celebrado en la plaza de Santa Ana el 16 de septiembre de 1968 un concurso de cante, que revistió gran brillantez, y que fue como la voz preventiva que precede a la ejecutiva. (En el citado concurso obtuvo el 1º premio Alfredo Arrebola y el 2º Gitanillo de Vélez, cantando fuera de concurso Diego “El Perote” y bailando Solera de Jerez. Y hay que mencionar como hecho destacable el que las columnas del Teatro Ara, de Málaga, fueran cedidas para adornar el escenario).
A la vista, pues, de todas estas premisas, y de otras muchas, era a todas luces necesaria una entidad que concentrara, planificara, organizara y difundiera todo el legado cultural flamenco, andaluz en general y aloreño o perote en particular. Estaba la masa, mas faltaba la levadura que le diera empuje y fermentación.
Y es entonces cuando aparece un puñado de valientes que, poniéndose el alma a caballo, luchando contra viento y marea, aunando esfuerzos y reuniéndose durante las primeras sesiones en un bar de tanta raigambre y solera como el que regentaba Gregorio Chaves, consigue que la idea preconcebida de la puesta en marcha de una Peña Flamenca de Álora deje de ser un proyecto o deseo para convertirse en hermosa realidad. Nació el día 7 de Noviembre de 1970. La hora no importa, pero, a tenor del siguiente documento oficial, seguro que fue en hora de oficina.
(DOCUMENTOS DE LA PEÑA)
Estuvo alrededor de siete u ocho meses con sede en la Calle de la Parra (antes, Marqués de Sotomayor), concretamente en los sótanos del bar “La Reja”, para luego ubicarse, hasta la fecha, en el pasaje de Martos, s/n. La sede es un autentico relicario (aperos antiguos de labranza, carteles, fotografiás de cantaores, placas, condecoraciones, poemas, cuadros, pinturas, etc. etc.), con un salón de actos pequeño pero acogedor, y con un historial tan rico y apretado que para recogerlo serían necesarios muchos volúmenes ¡Si las paredes hablaran!
Como Honor y como publico testimonio de gratitud hacia aquellos pioneros, he aquí la relación completa de los 25 socios-fundadores, por riguroso orden alfabético:
Aguilar Barbero, Miguel
Aranda Cuenca, Pedro
Borrego Escudero,Gabriel
Calleja Navarro, Domingo
Cano Vázquez, Juan
Casermeiro Fernández,Francisco
Cuenca García, Francisco
Chaves Vázquez, Gregorio
Díaz Calderón, Andrés
Díaz Durán, Antonio
García Sánchez, Jose
Hidalgo Meléndez, Salvador
Jiménez Sánchez, Antonio
Lepe Vera, Juan
Lomelino Caro, Antonio
Martín Vila, Francisco
Morales Martín, Francisco
Moreno López, Benito
Mueza Molina, Vicente
Navarro Torres, José
Pérez Mérida, Salvador
Ramos Espinosa, Manuel
Subires Antúnes, José
Vázquez Luque, Antonio
Vázquez Sánchez, Andrés
Autor Antonio Vergara